sábado, 26 de noviembre de 2011

Hace mucho que no escribo por aquí, así que decidí poner la primera parte de una pequeña historia que he estado escribiendo por varios días. Aún no tiene nombre, estoy tratando de pensar cual sería el título perfecto, si se les ocurre algo pueden decrime.
Espero que les agrade y esperen la segunda parte :)


Ahí estaba ella, durmiendo profundamente, inmersa en su sueño. La luz que atravesaba su ventana traspasaba sus párpados y lo único que podía apreciar era el color amarillo. Sentía como le quemaban los rayos del sol, como sus fríos pies se iban calentando poco a poco. No quería moverse, se había quedado en un sueño tan profundo que lo único que quería era quedarse ahí, acostada, tirada en la cama, en su conformidad. A lo lejos escuchaba una dulce voz, no podía distinguir lo que decía, pero mientras la joven iba aclarando su vista e iba encontrándose con la realidad pudo escuchar a su madre:
- Eliza se te hace tarde, ya debes irte.
La joven miró el reloj, faltaban 20 minutos para que sus clases empezaran y aún no estaba lista. Ella hizo lo mismo de siempre, lo mismo, lo que cada día durante 2 años ya había estado haciendo por la tarde. Tomó su mochila, sus cuadernos, lápiz, pluma y su celular. Cómo siempre revisó dos veces lo que había metido, solo para asegurarse de que no se le olvidaba algo. Antes de salir de su habitación se miró al espejo pensando lo mismo de siempre.
-Mi cabello luce fatal, nunca se acomoda, como me gustaría cambiarle el color, me gustaría tenerlo más largo. Mi cara luce horrible hoy, que pena salir así, pero que le voy hacer, me tengo que ir.
Pero antes de dejar su habitación, recordó lo que tenía que hacer ese día. Abrió un compartimiento de su escritorio, donde se encontraban todos sus dibujos, todas sus notas, letras de canciones y poemas. De ahí sacó un sobre amarillo y lo observó detenidamente. El ruido que provenía de la calle, la televisión encendida la cual se encontraba abajo, el cantar de los pájaros, todo lo demás, cualquier sonido que se apreciaba en ese instante iba desapareciendo lentamente. Sentía como una presión hacía presencia en sus oídos y de repente el silencio era lo único que la invadía. Parecía haber entrado en un trance, extraños pensamientos y sentimientos empezaban a correr por su mente y por su pecho. Sabía exactamente lo que había en ese sobre, lo que contenía.
-¡Vas a llegar tarde!-
El aviso de su mamá la regresó a la realidad otra vez. Eliza dejó el sobre en su cama, a un lado de su almohada favorita. Vio su reloj nuevamente, tenía menos de 15 minutos para llegar a la universidad.
-Vaya si que el tiempo pasa volando -pensó la joven.
Deprisa tomó su mochila, bajó corriendo las escaleras y se dirigió a la cocina, donde su mamá siempre estaba, el lugar que ella adoraba.
–Ya me voy mamá, nos vemos al rato.
-Si hija, ten cuidado, maneja con precaución.
-Siempre lo hago.
Su madre le sonrío, ella tenía esa cualidad de cuando sonreía iluminaba cualquier habitación. La joven hubiera deseado tener un momento más para poder apreciar toda la belleza de su madre, toda la bondad que radiaba, pero desafortunadamente cada vez era más tarde, cada vez se acercaba la hora. Eliza tomó las llaves del carro y las de la casa, abrió la puerta, pero esta vez antes de salir, miró a su madre otra vez, sonrío y salió.

1 comentario:

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